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Cambios en los sentidos por el envejecimiento

Contenido:

Imágenes

Cambios auditivos por el envejecimiento
Cambios auditivos por el envejecimiento
Audífonos
Audífonos
Lengua
Lengua
Sentido de la vista
Sentido de la vista
Anatomía de un ojo envejecido
Anatomía de un ojo envejecido

Definición    Volver al comienzo

Son cambios de la percepción relacionados con el hecho de envejecer.

Información    Volver al comienzo

Cuando uno envejece, cambia la forma en que los sentidos (gusto, olfato, tacto, vista y oído) pueden darle información acerca del mundo. Dichos sentidos se vuelven menos agudos y uno puede tener problemas para distinguir los detalles.

Los cambios sensoriales pueden tener un tremendo impacto sobre el estilo de vida y uno puede tener problemas con la comunicación, el disfrute de las actividades y las interacciones sociales. Los cambios sensoriales pueden contribuir a una sensación de aislamiento.

Todos los sentidos reciben información de algún tipo del ambiente (luz, vibraciones sonoras, etc.). Dicha información se convierte en un impulso nervioso y es llevada al cerebro, donde se interpreta como una sensación significativa.

Todas las personas requieren una cierta cantidad mínima de estimulación antes de que se perciba una sensación. Este nivel mínimo de estimulación se denomina umbral. El envejecimiento aumenta este umbral, de manera que la cantidad de información sensorial que ingresa necesaria para darse cuenta de la sensación se hace mayor. Los cambios en la parte del cuerpo relacionada con las sensaciones dan cuenta de la mayoría de los demás cambios sensoriales.

Los cambios visuales y auditivos son los más impresionantes, pero todos los sentidos pueden resultar afectados por el envejecimiento. Afortunadamente, muchos de los cambios en los sentidos por la edad se pueden compensar con aparatos como anteojos, audífonos o por medio de pequeños cambios en el estilo de vida.

AUDICIÓN

Los oídos tienen dos funciones: una es oír y la otra es mantener el equilibrio. La audición se presenta después de que las vibraciones cruzan el tímpano hacia el oído interno. Luego, son convertidas en impulsos nerviosos y transportadas al cerebro por medio del nervio auditivo.

El equilibrio se controla en una parte del oído interno. El líquido y las pequeñas vellosidades en el conducto semicircular óseo (laberinto) estimulan el nervio que ayuda al cerebro a mantener el equilibrio.

A medida que uno envejece, las estructuras auditivas se deterioran. El tímpano con frecuencia se hace más grueso y los huesecillos del oído medio y otras estructuras se afectan y, con frecuencia, se hace cada vez más difícil conservar el equilibrio.

La audición puede disminuir ligeramente, en especial la de los sonidos de alta frecuencia, particularmente en personas que han estado expuestas a mucho ruido cuando eran jóvenes. Esta pérdida de audición relacionada con la edad se denomina presbiacusia. Un poco de hipoacusia es casi inevitable. Se considera que el 30% de todas las personas de más de 65 años tienen deterioro significativo de la audición.

La nitidez (agudeza) de la audición puede declinar ligeramente comenzando alrededor de los 50 años, posiblemente ocasionada por cambios en el nervio auditivo. Además, el cerebro puede tener una disminución leve de la capacidad para procesar o traducir los sonidos en información significativa. El tapón de cerumen, el cual se puede extraer en el consultorio médico, es otra causa de dificultad para oír y es más frecuente con el aumento de la edad.

La hipoacusia sensorioneural implica daño al oído interno, el nervio auditivo o el cerebro. Este tipo de hipoacusia puede o no responder al tratamiento, pero se puede ayudar al funcionamiento por medio de audífonos.

La hipoacusia conductiva se presenta cuando el sonido tiene problemas para atravesar el oído externo y medio hasta el oído interno. Es posible que la cirugía o un audífono sirvan para este tipo de hipoacusia, dependiendo de la causa específica.

El ruido anormal y persistente del oído (tinnitus) es otro problema bastante común de la audición, especialmente para adultos mayores y, por lo regular, es el resultado de una hipoacusia leve.

VISIÓN

La visión se presenta cuando la luz es procesada por el ojo e interpretada por el cerebro. La luz atraviesa la superficie transparente del ojo (córnea).

La pupila es una abertura hacia el interior del ojo, la cual se vuelve más grande o más pequeña para regular la cantidad de luz que entra a este órgano. La porción coloreada (iris) es un músculo que controla el tamaño de la pupila.

Después de que la luz atraviesa la pupila, llega al cristalino, el cual la enfoca sobre la retina (la parte posterior del ojo). La retina convierte la energía luminosa en un impulso nervioso que es transportado al cerebro e interpretado allí.

Algunos cambios oculares relacionados con la edad pueden comenzar incluso a los 30 años. Los ojos envejecidos producen menos lágrimas y su resequedad puede ser muy incómoda. Muchas personas encuentran alivio usando soluciones de gotas oftálmicas o soluciones de lágrimas artificiales.

Todas las estructuras del ojo cambian con la edad. La córnea se vuelve menos sensible, de modo que las lesiones pueden pasar inadvertidas. Hacia los 60 años de edad, las pupilas disminuyen a aproximadamente a un tercio del tamaño que tenían a los 20 años de edad.

Además, la pupila puede reaccionar más lentamente en respuesta a la oscuridad o a la luz brillante. El cristalino se vuelve amarillento, menos flexible y ligeramente opaco. Las almohadillas de grasa que brindan soporte al ojo se reducen y el ojo se hunde en la órbita. Los músculos oculares se vuelven menos capaces de rotar completamente el ojo.

A medida que uno envejece, la nitidez de su visión (agudeza visual) puede disminuir gradualmente. Los anteojos o los lentes de contacto pueden ayudar a corregir los cambios de visión relacionados con la edad y finalmente se pueden necesitar lentes bifocales.

Casi toda persona mayor de 55 años necesita gafas al menos una parte del tiempo; sin embargo, el grado del cambio no es universal. Únicamente del 15 al 20% de las personas de edad avanzada presentan una visión tan deteriorada que puede afectar su capacidad para conducir y sólo el 5% llegan a ser incapaces de leer. El problema más común es la dificultad para enfocar los ojos, una afección denominada presbiopía.

Es posible que uno sea menos capaz de tolerar el resplandor y note que tiene más dificultad para adaptarse a la oscuridad o a la luz brillante. Muchas personas de edad avanzada descubren que aunque su visión es bastante buena para conducir durante el día, deben renunciar a realizar esta actividad durante la noche, debido a problemas con el resplandor, la luz brillante y la oscuridad. La notoria dificultad para conducir de noche puede ser el primer signo de una catarata (opacidad del cristalino del ojo).

El resplandor de interiores, como el de un piso brillante en un salón iluminado por el sol, también puede dificultar la movilización.

Para personas de todas las edades, es más difícil diferenciar azules y verdes entre sí que diferenciar rojos y amarillos, lo cual se va volviendo más pronunciado con el envejecimiento. A medida que aumenta la edad, el uso de colores contrastantes cálidos (amarillo, naranja y rojo) en el hogar puede mejorar la capacidad para indicar dónde están las cosas y facilita la realización de las actividades diarias.

Muchas personas de edad descubren que mantener una luz roja en los recintos oscuros (como el vestíbulo o el baño) hace más fácil ver que utilizar una luz nocturna "regular", ya que la luz roja produce menos brillo que una bombilla incandescente normal.

Con el envejecimiento, el líquido interior del ojo puede cambiar. Unas partículas pequeñas pueden crear "moscas volantes" en la visión que, aunque son molestas, no son indicadores de una afección peligrosa y generalmente no disminuyen la visión. Si usted de repente desarrolla moscas volantes o tiene un rápido aumento en su número, debe hacerse revisar los ojos de un profesional.

Cuando se examinan los ojos, es posible que usted no sea capaz de moverlos en todas las direcciones. La mirada hacia arriba puede estar limitada y el área en la cual se pueden ver los objetos (campo visual) se hace más pequeña.

Es común que se presente la reducción de la visión periférica que puede limitar la interacción social y las actividades. Es posible que las personas de edad avanzada no se puedan comunicar con personas que se sientan a su lado porque no las pueden ver bien o no las ven del todo. Igualmente, se pueden regar las comidas y las bebidas. Además, conducir un vehículo puede volverse peligroso.

Los trastornos oculares comunes en la vejez (cambios que NO son normales) incluyen cataratas, glaucoma, degeneración macular senil y retinopatía diabética e hipertensiva.

GUSTO Y OLFATO

Los sentidos del gusto y el olfato interactúan estrechamente para ayudar a la degustación de los alimentos. La mayor parte del sabor proviene realmente de los olores. El sentido del olfato comienza en los receptores nerviosos ubicados en la parte alta en las membranas de la nariz.

Uno tiene aproximadamente 9.000 papilas gustativas, las cuales son responsables principalmente de percibir los sabores dulce, salado, ácido y amargo.

El olfato, y en un menor grado el gusto, también juega un papel importante en la seguridad y el disfrute. Nosotros detectamos ciertos peligros, como comida descompuesta, gases nocivos y humo, con el gusto y el olfato. Una comida deliciosa o un aroma placentero pueden mejorar la interacción social y el disfrute de la vida.

El número de papilas gustativas disminuye, comenzando alrededor de los 40 a 50 años de edad en las mujeres y 50 a 60 años de edad en los hombres. Cada papila gustativa que queda también comienza a atrofiarse (perder masa). La sensibilidad a las cuatro sensaciones gustativas no parece disminuir hasta después de la edad de 60 años, si es que sucede. En caso de perderse la sensibilidad gustativa, generalmente se pierden primero los sabores salado y dulce y los sabores amargo y ácido permanecen un poco más de tiempo.

Adicionalmente, la boca produce menos saliva a medida que se envejece. Esto causa resequedad, lo cual dificulta más la deglución. Igualmente, puede hacer que la digestión sea un poco menos eficiente y puede incrementar los problemas dentales.

El sentido del olfato puede disminuir, especialmente después de la edad de 70 años y esto puede estar relacionado con la pérdida de terminaciones nerviosas en la nariz.

Los estudios acerca de la causa de la disminución de los sentidos del gusto y del olfato con la edad tienen resultados controvertidos. Algunos estudios han indicado que el envejecimiento normal por sí solo produce muy poco cambio en el gusto y el olfato y que más bien los cambios pueden estar relacionados con enfermedades, el tabaquismo y otras exposiciones ambientales a lo largo de la vida.

Sin importar la causa, la disminución del gusto y el olfato puede reducir el interés y el placer al comer. Algunas personas pueden descuidar su higiene personal cuando se disminuye el sentido del olfato. El disfrute del medio ambiente también puede disminuir.

Algunas veces, los cambios en la forma de preparar los alimentos, como un cambio en los condimentos que se usan, puede ayudar.

Para algunas personas, hay un aumento del riesgo de asfixia debido a que no pueden detectar el olor del gas natural de la estufa, el horno u otro aparato, por lo que puede ser útil un detector de gas visual que cambie de apariencia cuando se presente un escape.

TACTO, VIBRACIÓN Y DOLOR

El sentido del tacto también incluye la percepción de vibraciones, dolor y la posición del cuerpo. La piel, los músculos, los tendones, las articulaciones y los órganos internos tienen receptores que detectan el tacto, la temperatura o el dolor.

El cerebro interpreta el tipo y cantidad de sensación táctil y también interpreta la sensación como placentera (como por ejemplo, estar cómodamente caliente), desagradable (como por ejemplo, estar muy caliente) o neutral (como ser consciente de que se está tocando algo).

Los medicamentos, una cirugía cerebral, los problemas cerebrales, la confusión y un daño nervioso a raíz de un traumatismo o enfermedades crónicas como la diabetes pueden cambiar esta interpretación sin alterar la percepción de la sensación. Por ejemplo, usted puede sentir y reconocer una sensación dolorosa, pero ésta no le molesta.

Algunos de los receptores le dan al cerebro información acerca de la posición y condición de los órganos internos y, aún cuando uno no pueda estar al tanto de esta información de manera consciente, le ayuda a identificar cambios (por ejemplo, el dolor de una apendicitis).

Muchos estudios han demostrado que con el envejecimiento, uno puede presentar una reducción o un cambio en las sensaciones de dolor, vibración, frío, calor, presión y tacto. Es difícil decir si estos cambios están relacionados con el envejecimiento en sí o con los trastornos que se presentan con más frecuencia en los ancianos.

Es posible que algunos de los cambios normales del envejecimiento sean producidos por la disminución del flujo sanguíneo a los receptores del tacto o al cerebro y la médula espinal. Una causa de los cambios también puede ser las deficiencias menores en la alimentación, como la reducción de los niveles de B1.

Sin importar la causa, muchas personas experimentan cambios en las sensaciones relacionadas con el tacto a medida que envejecen. A uno le puede parecer más difícil, por ejemplo, establecer la diferencia entre fresco y frío. La disminución de la sensibilidad a la temperatura incrementa el riesgo de lesiones como congelación, hipotermia y quemaduras.

La reducción de la capacidad para detectar la vibración, el tacto y la presión aumenta el riesgo de lesiones, incluyendo úlceras de decúbito. Después de la edad de 50 años, muchas personas presentan una reducción de la sensibilidad al dolor. Usted puede tener problemas para caminar debido a la reducción de la capacidad para percibir dónde está el cuerpo en relación con el suelo. Esto aumenta el riesgo de caerse, un problema frecuente para las personas mayores.

El tacto fino puede disminuir. Sin embargo, algunas personas desarrollan un aumento de la sensibilidad al tacto suave, debido al adelgazamiento de la piel (especialmente las personas mayores de 70 años de edad).

Para aumentar la seguridad, tener en cuenta los cambios en las sensaciones relacionadas con el tacto:

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Referencias    Volver al comienzo

Minaker KL. Common clinical sequelae of aging. In: Goldman L, Ausiello D, eds. Cecil Medicine. 23rd ed. Philadelphia, Pa: Saunders; 2007:chap 23.

Actualizado: 2/19/2009

Versión en inglés revisada por: David C. Dugdale, III, MD, Professor of Medicine, Division of General Medicine, Department of Medicine, University of Washington School of Medicine. Also reviewed by David Zieve, MD, MHA, Medical Director, A.D.A.M., Inc
Traducción y localización realizada por: DrTango, Inc.

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